—Tenés
un montón de pitas* de donde halar pisto*, Alfredo. Ya quisiera yo tener la
masa gris que vos tenés.
—Ajá.
La Chata (así le digo a mi
hermana mayor) y yo nacimos en la misma fecha, un 29 de junio. Ella en 1975;
yo, en 1983. Cuando yo nací, mis papás se la ‘calaron’, porque iban a gastar
menos organizando nuestra fiesta de cumpleaños. Y así ha sido, hasta el último
pedazo de pastel que recuerdo haber comido. La casualidad de la fecha nos ha
unido más de lo que tienen idea. Podemos hablar por horas. Reírnos hasta que
nos callen por contaminar el ambiente a puras carcajadas. Llorar. Como anoche.
Que tu hermana (quien, para vos, es alguien respetable) te enfrente y te
diga lo que no estás haciendo bien, duele. Y duele más que la herida que no se
me quiere sanar del todo. Pero es justo y necesario. Perder el rumbo, el
carácter, el deseo, son cosas de las que hablé con ella anoche. ¿Qué lo hace a uno
perder el impulso? Y no me vayan a decir que a ustedes nunca les ha pasado eso,
porque sería bien chistoso saberse el único que ha dejado cosas inconclusas.
La inteligencia está. La
pereza, también.
Los deseos de tu corazón van a
seguir siendo meros deseos mientras no decidás levantarte de entre los
escombros en que convertiste tu vida, y empecés
de cero.
¿Recomenzamos?
* Cuerda.
* Dinero.
Yo sigo pensando que el rumbo es algo que siempre buscamos, nunca se pierde... Más bien le bajamos a la velocidad ya sea por pereza, por comodidad, por que ponemos excusa por todo y para todo... Se lo digo yo que deseé morirme, sólo porque me sentía "triste", ojalá Dios me perdone esas y muchas otras faltas.
ResponderEliminarPero ahí está su vida ombé. Levante cabeza amigo, mire que tiene mucha gente que lo quiere y aprecia.
Dulcelimon.
¡Aprecio muchísimo lo que me ha escrito, Dulcelimón! Es, sin duda alguna, lo que voy a hacer. Son días difíciles y de pronto la ansiedad reina; pero estoy empezando a reconocer que todo tiene un propósito, y hacia el cumplimiento de muchas metas me dirijo. Abrazos.
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