Voz en OFF

27.3.12

De una herida en mi estómago y otros dolores de la Nación


“¡Juela, tío! ¿Te dolió?”

La Ale, mi sobrina de 9 años, me pregunta qué tan grande es la herida de la cirugía que me hicieron el miércoles pasado en el Zacamil. Yo le digo que no es tan grande, pero que me pica (todos aquí sostienen la teoría de que ‘pica porque se te va curando por dentro’) y me duele cuando me muevo.

(Agradezco las muestras de afecto y buenos deseos que me envió la cipotada tuitera desde que les ‘avisé’ de la ultrasonografía en donde descubrí que tenía cálculos en la vesícula y que tenía que ir a la sala de operaciones ese mismo día. Son grandes.)

Mañana, finalmente, me retiran los puntos. Espero no tener ninguna complicación y seguir con mi proceso de recuperación como hasta hoy.

Lo bueno de todo esto es que dentro de unos días más voy a poder salir a la calle. Sentir el sol. Exponerme a la insaciable sociedad salvadoreña. Espero subirme a la 117 para regresar a mi propia casa, sentir la brisa de las montañas de Chalatenango mientras estoy meciéndome en la hamaca, hacer más hoyos en la tierra y sembrar más árboles (vivo en un desierto, etc.), y seguir la vida ‘normal’, el camino que todos llevan.

Lo normal en El Salvador es salir a la calle con miedo. Y eso duele, no pica. Arde en lo profundo del alma nacional ni si quiera piensen que iba a escribir ‘nacionalista’, que eso jamás ocurrirá de parte mía y no hay cura todavía. Aquí, dicen, pero no está confirmado todavía, se hacen negocios con la mara, va, puesí, va, vos sabés que aquí para, controla y viola, va, y todo mundo se alborota, menos uno, que ni se inmuta, el señor Carlos Mauricio Funes Cartagena.

En serio, ¿por qué creen ustedes que el Presidente se ha ausentado? Leí que andaba en Disneylandia, que la esposa lo había encontrado con otra mujer, y un sinfín de teorías que circulan en las enredadas redes sociales. Funes, salí del núcleo.

A mí me duele la patria chiquita mía. ¿Quién sabe cómo curármela? 

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