Voz en OFF

24.2.12

Cuéntenme de sus muertos

Puedo escribir los versos más tristes esta noche..., no, no es cierto. No estoy triste. Estoy enojado. Quisiera volverme un zompopo de mayo y cortarle las patas a un montón de buenos para nada y morir aplastado por la suela de un zapato viejo de un viejo salvadoreño que viene de burriar en Sívar. 

Me quiero ir de aquí. De San Salvador a Buenos Aires hay (según la 'mejor respuesta' que saqué del primer enlace que aparece en Google al escribir 'Distancia entre San Salvador y Buenos Aires' en el buscador) 6,272.63 kilómetros, y esta es la distancia entre la miserable vida aquí y la miserable (pero más placentera y creativa) vida allá. 

Me quiero ir porque no solo mi sombra me sigue y persigue. Cruzo el umbral de la puerta (sí, el 'marco de la puerta') y voy a ¿conquistar el mundo? (ni que fuera Cerebro). Salgo y camino hasta que se me acaba el agua (de chorro) embotellada o hasta que me canso de ir a ninguna parte. Entonces regreso y pienso en que quiero irme. El Salvador es un país desfigurado.

Miro la pantalla de la computadora y escribo 'Buenos Aires'. Los argentinos que conozco dirán: 'Viste cuando hay un marginal que quiere entrar acá y cree que lo vamos a bancar, así nos pasa con vos', pero no me importa y sigo pensando en Buenos Aires. Ya hice cálculos: Si vendo mi computadora y mi 'teatro en casa' (sí, cómo no) y mi cuarto-casa y mi lote, puedo comprar dos boletos (yo ya le dije a ella que solo de ida y ella dice que sí, que se va conmigo pero que cómo hablo de Buenos Aires y ni siquiera tengo trabajo estable), dos maletas (en las ventas del Centro) para cada uno y llenarlas de puras ilusiones. 

Me convertiría en un bohemio. Recitaría poemas en la Plaza de Mayo y platicaría con los muertos en La Chacarita. Comprara un kilo de mate y un termo usado y me iría con ella a contemplar el atardecer (tres horas antes que ustedes) en el Puente de la Mujer. Viviría. 

Si me fuera a Buenos Aires, viviría. Para mientras, cuéntenme de sus muertos.

2 comentarios:

  1. Anónimo0:10

    Reconozco esa sed de libertad. Y quizá será la causa de mi muerte y me convertiré en mi propio muerto, del que te contaría. Y entonces, ire a escuchar uno de esos poemas, allá, en la Plaza de Mayo...

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  2. ¡Ya me sacaste una lagrimota! ¡Gracias por leerme! :')

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