Amada
mía,
te
voy a amar hasta que se seque la última gota de sangre de mi cuerpo,
cuando
en la madrugada fría y tosca y llena de irreverencia
te
reconozca con mis manos,
recreándote.
Te
voy a asaltar
el
llanto para enjugarte las lágrimas
que
el sol no fue capaz de convertir en rocío.
Te
voy a tomar de la cintura
y te voy a mirar a los ojos
hasta que uno de los dos se rinda
y
se entregue al otro
escanciando amor.
¡Grande, Jorge Alfredo! Le digo, amigo mío, con su debido respeto y autorización, de antemano le comunico que mi amada va a ser el destinatario de estos versos, son preciosos y sé que ella se deleitará con este poema.
ResponderEliminarDalton dijo que la poesía, como el pan, es de todos. Me alegro mucho que usted comparta mis versos con la mujer que amará para toda su vida. Abrazos, amigo mío.
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